En mi libro Salud Mental e Intestino (eNatura, 2021) llevé a cabo un análisis pormenorizado de la situación de la Salud Mental en nuestra sociedad. En él concluía la relación con el aumento de la desigualdad social, la disminución de la autoestima y cómo nos relacionamos con nuestro entorno.
La salud mental forma parte de las grandes pandemias que asolan el globo. En nuestras sociedades desarrolladas se caracterizan por:
- Incremento de los problemas emocionales de inicio en la infancia.
- El estado de infelicidad permanente que induce un incremento de la tasa de suicidios. El suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años de edad. Hay indicios de que por cada adulto que se suicida hay más de 20 que lo intentan.
- La estigmatización de la Salud mental.
- La ausencia de una ratio adecuada de especialistas que aborden el tema, el alto nivel de prescripción farmacológica relacionado con este ámbito y el escaso presupuesto.
¿En qué momento comienza a verse afectado el microbioma?
Uno de los principales disruptores de la Salud Mental es el estrés: la intensidad con la que vivimos el día a día, la ausencia de presencia en nuestros actos, jornadas laborales fraccionadas, cambios en los modelos familiares con mayor protagonismo de los abuelos como educadores y cuidadores. Todo embebido en un modelo de economía capitalista agresivo con afán por la adquisición de productos y la obsolescencia programada.
Cómo afecta el estrés a la microbiota.
El estudio de la microbiota se ha vuelto de especial relevancia en la actualidad. Cientos de estudios, másters y libros profundizan en un campo amplio, donde queda mucho por explorar.
Se sabe de ella desde principios del S.XX, gracias a Elie Metchnikov, alumno de Pasteur. Un siglo después, son muchas las preguntas que quedan por responder. En el ámbito de la Salud mental, por ejemplo: ¿En qué momento comienza a verse afectado el microbioma? Fuera de la suplementación ¿existen técnicas que nos permitan regular el microbioma? La meditación en todas sus vertientes ayuda mucho en ello.
Un exceso de estrés, duradero en el tiempo deja una huella neurológica que marca un hito no sólo en el cuerpo, sino también en el genoma.
Antes de responder al dilema aristotélico, que bien respondió Papineau, debemos entender el cambio de contexto al que responde la salud del microbioma humano. Decía el controvertido filósofo y pensador Osho: los estímulos a los que se somete un ser humano en 10 min equivale a 6 meses respecto a una persona que viviera hace siglos. Este nivel de estimulación precisa de una adaptación de respuesta del sistema nervioso en forma de estrés que suele ser disruptivo.
El Genoma Lag
No nos equivoquemos, el estrés como respuesta fisiológica es algo natural y necesario. Un exceso de estrés, duradero en el tiempo deja una huella neurológica que marca un hito no sólo en el cuerpo sino también en el genoma. A esta situación algunos científicos la han denominado Genoma Lag. Una carencia evolutiva a la cual continuamos dando respuestas ancestrales no adaptadas a nuestra situación actual por un retraso del genoma.
Algunos autores apuestan por un impacto genómico y de carácter transgeneracional. Un tema controvertido y polémico. Nuestra historia está repleta de guerras, crisis sociales y humanitarias ¿Forman parte del proceso evolutivo? ¿Son aquellos seres más resilientes los que condicionan la evolución? Existe también controversia sobre si las alteraciones en los estados epigenéticos provocan per se cambios en la expresión génica o si reflejan cambios mediados por otros mecanismos. La literatura sobre enfermedades transgeneracionales desde la década de los 80 (S.XX) tiene mucho que decir en esto, tras la aparente transmisión del trauma sufrido por los sobrevivientes del Holocausto a sus descendientes no expuestos.
¿Cómo enmarcar todo este contexto con la salud del microbioma?
Es conocida la relación del eje Hipotálamo, hipófisis- adrenal. El eje cerebro-intestino juega un papel fundamental en la regulación de diferentes enfermedades, muchas de las cuales se caracterizan por una desregulación simpática. Sin embargo, no queda tan claro el mecanismo por el cual se relaciona la disrupción simpática y la disbiosis intestinal.
Yang et al (2019) describieron una nueva vía mediada por la médula ósea. Los autores destacaron el papel que desempeñan las células inmunitarias como mensajeros que transmiten el estrés psicológico al intestino. El aumento de la inflamación que con frecuencia acompaña al estrés y la depresión desencadena la proliferación de bacterias patógenas que fomentan la disbiosis y un intestino permeable. Las células inmunitarias derivadas de la médula ósea interactúan continuamente con la microbiota intestinal para mantener la homeostasis en el huésped. Su función depende en gran medida de que el sistema nervioso simpático actúe a través de los receptores adrenérgicos presentes en las células inmunitarias de la médula.
Los aspectos disruptivos de la Salud mental tienen un precursor importante en el sistema nervioso autónomo y el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal. El sistema nervioso autónomo tiene una profunda influencia sobre la actividad del tracto intestinal, regulando las contracciones del músculo liso, el pH, la motilidad, la secreción de moco y la respuesta inmunitaria de las mucosas.
Sin embargo la hiper-excitación simpática y la segregación de noradrenalina, es el principal promotor de estados de alerta perenne, la excitación, la sudoración, la hipertensión y la taquicardia. Esto desarrolla un proceso de neuroinflamación, activación de citocinas séricas como IL-6. Algunas enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia y los trastornos del desarrollo cognitivo como el autismo se han relacionado con la disbiosis del microbioma intestinal.